Hace tiempo, cuando empecé en la Universidad, tenía un
Fotolog en el que vertía todos mis pensamientos, que lamentablemente eran
negativos en un 90%. O incluso en un 100%. Sí, era de lo más pesimista. Me
sentía profundamente desdichada, creía que todo mi entorno era incompatible
conmigo, que estaba fuera de lugar… Bueno, un sinfín de tonterías de adolescente
tardía que ha sido demasiado responsable en el tiempo en que debió manifestar
todas esas tonterías: la adolescencia real.
La cuestión es que empezó como un desahogo puntual para la
mente, pero pronto descubrí que a la gente leía (y seguía) los relatos oscuros y
melancólicos de lo que venía siendo mi desgracia particular. Y reconozco que
cada vez me esmeraba más en elaborar la entrada del día. Fuera como fuese, me
hacía feliz.
Y aquí estoy hoy, unos cuantos años después, con una carrera
incompleta, una profesión sin futuro, un trabajo de media jornada en el que no
alcanzo el salario mínimo y viviendo con mis padres, abuelos y hermana:
soportando el estrés de cargar con una carrera no finalizada, de haber dedicado
años, esfuerzo y dinero a estudiar para una profesión sin futuro, de que mi
sueldo no alcance para independizarme, de las constantes indirectas-directas de
mi familia acerca de mi fracaso estudiantil y por último, pero no menos
importante sino todo lo contrario, de soportar las continuas acciones
despectivas y en demasiadas ocasiones vejatorias de mi única hermana.
Contrariamente a lo que pueda parecer, esto no será un “dejá
vu” de lo que, años ha, fue mi preciado Fotolog. No. Con el tiempo aprendí que
la autocompasión sólo conduce a más autocompasión. Es un círculo vicioso del
que, por cierto, no resulta nada fácil salir. Mis años de lágrimas me ha
costado. Aún ahora hay días en que me siento tan en el subsuelo que considero
seriamente si habré vuelto a la perdición de las lamentaciones. Y además, al final la gente se cansa de
escucharte. Incluso los mejores amigos.
Lo que quiero plasmar esta vez son los días Yin y también
los Yang, las dos caras de la moneda, las nubes que encapotan por completo el
cielo convirtiendo nuestro día en el más oscuro, pero también el sol más
radiante. Y cómo, a pesar de todo, se pueden ver las cosas con perspectiva y
alumbrar los días con una sonrisa, pues eso aún podemos permitírnoslo. Pero es
sobre todo una manifestación de intenciones, ya que ser una persona positiva no
es tan fácil como pueda parecer. Requiere esfuerzo. Unos días más, otros menos,
pero esfuerzo al fin y al cabo. El primer paso es querer hacerlo. El segundo,
hacerlo.
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