miércoles, 17 de abril de 2013

El culto al cuerpo



Hace unos días estaba en una hamburguesería esperando la cena cuando sin querer reparé en una conversación cercana. Un chico hiperfibrado de bíceps estalla-camisas aleccionaba a una chica escuálida de cómo y qué comer, y qué ejercicios practicar, para tener un cuerpo perfecto.

De la boca de él salieron perlas como:
“Si tuvieras que comer lo que como yo cada día te morirías de hambre.”


“No me gusta lo que como, pero pienso en cómo quiero ser, y lo que tengo que hacer para conseguirlo, y merece la pena.”


“Si como eso que me gusta una vez al mes lo valoro más que si lo comiera todos los días.”

Pero ella no se queda atrás, no:
“Yo llevo una talla 36, pero me veo gorda. Quiero llevar una 34.”


“Cuando adelgazo hasta 50 kilos me mareo, me cuesta levantarme, no tengo ganas de hacer nada.”

Y una larga perorata de argumentos similares y justificativos de por qué matarse tanto día a día merece la pena: “porque tengo un objetivo y porque la consecución del mismo me hace feliz”.
CHORRADAS. Ese chico, por lo que contaba, no tiene vida: dedica su día a día a trabajar, ir al gimnasio y dormir. Ya está. Y la chica… en fin. Nada que decir. Utiliza la talla 36 establecida por los cánones de belleza de Inditex y se ve gorda. Tiene un serio problema…

Gente: sí, la felicidad consiste en gran parte en sentirse a gusto con uno mismo. Pero todo tiene un límite. TODO en esta vida tiene límites. El simple hecho de comer debería ser un placer. Con moderación, claro. No se trata de engullir cual oso pardo hambriento tras un largo período de hibernación. Se trata de disfrutar de la comida, saborearla y apreciarla. Se trata de alimentarte cada día de una forma equilibrada, comer bien, y comer lo que te gusta también. ¿Que quieres estar en forma y te apuntas al gimnasio? Perfecto. ¿Que en lugar de eso sales a correr o a andar en bicicleta o practicas cualquier otro tipo de deporte? Perfecto también. ¿Que un día decides darte un capricho y compras bollería para desayunar? Perfectísimo. Todos merecemos esos pequeños placeres que de vez en cuando nos alegran el día.

Pero comer todos y cada uno de los días de tu vida avena, yogures desnatados sin azúcar, y verdura EXCLUSIVAMENTE… No es comer, y no es vivir. Y no, no merece la pena porque todos y cada uno de los días de tu vida, cinco veces al día, comes AVENA, y lo haces por comer algo, no porque te encante la avena.

Ciertamente deseé recomendarles la película “Come, reza, ama”. Si captas lo que pretende transmitir, y no sólo ves pasar una escena tras otra sin reparar en el contenido, realmente ves esto que intento explicar, la importancia de disfrutar de todo cuanto nos rodea en cada instante: los amigos, las aficiones, el trabajo, un rayo de sol, el canto de un pájaro, el alimento… nosotros mismos. En nuestra persona es donde empieza y termina todo. Para querer a los demás, quiérete primero. Para disfrutar de lo que te rodea, primero disfruta de tu propia persona. Trabajar la propia estima es lo que da la felicidad, y… que me perdone la sociedad actual, que no cesa en su empeño de inculcar el culto al cuerpo como doctrina de vida, pero eso, la autoestima, no se trabaja en un gimnasio.

Sea como fuere, ellos continuaron aconsejándose mutuamente y piropeándose acerca de lo fantásticos que lucen en un entorno marcado por el sedentarismo y la dejadez, apenas dirigiendo la vista a la comida, como si el simple hecho de mirarla los engordara.
Y mientras tanto,  yo, enfundada en mi  vestido rojo, talla L, sonreía para mis adentros, feliz por haber comprendido, hace tiempo ya, que yo soy la dueña de mi cuerpo, y no al revés. El camarero se acercó con nuestra comida, y abandoné la conversación ajena para disfrutar de mi cena: conversación amena, un delicioso bocadillo y cerveza. ¿Qué más podría pedir?

Imágenes de crisis


Durante años, cada domingo después de comer, he realizado la misma rutina: café, periódico para mi padre, la revista del interior para mí… y a perderse. Me encantaba. A veces el reloj del salón entonaba las cuatro de la tarde y los platos seguían en remojo en el fregadero, pero no importaba porque era domingo y el domingo la urgencia no existía, y las tareas se ralentizaban sin que eso supusiera cargo de conciencia alguna.

Hace ya meses que he tenido que abandonar esta rutina dominical. La crisis. Los precios suben, los salarios, en el mejor de los casos, se congelan, y comprar el periódico cada día suponía un lujo del que decidimos prescindir en casa. Como este, otros similares: tomar un café por la tarde con los amigos, salir de tapas los viernes por la noche, ir al bar de siempre los domingos antes de comer… Esos gastos cotidianos en apariencia insignificantes, pero que sumados, hoy en día, son un elevado porcentaje del sueldo mínimo español. La crisis hace eso, convierte lo cotidiano en lujo.

Sin embargo de vez en cuando, un rayito de sol se cuela entre los nubarrones y aparece un día relativamente esperanzador. Relativamente porque en medio de días tan negros la esperanza pura parece estar extinta… Pero por pequeña o difusa que parezca es esperanza al fin y al cabo y mientras no termina de dispersarse nos permite respirar, y sonreír con tranquilidad.
Por eso, en mi casa, hay días en que recuperamos esa rutina dominical. Se compra el periódico, como algo extraordinario, y se hace “comida especial de domingo”, cuando las circunstancias nos lo permiten… cuando podemos permitírnoslo, para qué decirlo de otra forma.

En medio de tantos días de esfuerzo y de trabajo por salir adelante de vez en cuando tenemos el descanso dominical, la relajación de ralentizar el tiempo por un día.
Mi revista es XL Semanal, y este domingo mi padre me sorprendió no sólo con el ejemplar de esta semana, sino también con uno atrasado, de hace dos. Y después de mucho tiempo he podido disfrutar de un domingo como los de antes, y por partida doble. Sin embargo… no todos los artículos que he leído fueron felices. Algunos eran, como cabe esperar, un reflejo de la situación que vivimos cada día. Otros eran una ventanita de luz. Otros simplemente una lectura evasiva.

Cinco imágenes con historia y nombre propios. Cinco tragedias. Cinco vidas. Y no son las únicas que se ha cobrado la ley de desahucios en España. Texto estremecedor. El reportaje desde luego te hace tomar conciencia de la realidad en muy pocas palabras.

Sólo copiaré la frase que la revista misma ha recalcado:
“Hemos olvidado que uno tiene derecho a todo, naturalmente. Pero sólo cuando puede permitírselo. Cuando está a su alcance.”
Recomiendo encarecidamente la lectura de este artículo. Es verdad que la situación que nos está tocando vivir es difícil, que los resultados para los pequeños comerciantes son cada día más nefastos que el anterior y que levantarse cada día con una sonrisa se está convirtiendo en una tarea dificilísima, casi imposible… Pero también es cierto que quejarnos no nos sacará de esta crisis. Por nuestras familias y por nosotros mismos hemos de ponernos las pilas cada mañana antes de afrontar la dura jornada. Con la imagen de los que queremos siempre en la cabeza hemos de pensar cada día en nuevas soluciones. Y sí: abrir nuestro negocio siete días a la semana si es necesario para ganar un sustento digno.

Cinco personas de a pie que sin pretenderlo se han convertido en héroes, en salvadores. Ciertamente sus acciones fueron meritorias del título de “héroe”: dos monjas que salvaron a un hombre y su familia de ser desahuciados; un policía que salva a una mujer de ser arrollada por un tren; un albañil que salva a dos niños de los escombros de un terremoto; una azafata que asiste en el parto a una mujer en pleno vuelo; y un bombero que salva a un bebé de morir en un incendio, sin más medios que su propia persona. Salvadores. Quizás yo sea muy susceptible ante este tipo de historias… aunque mejor que cada uno juzgue por sí mismo. A mí, desde luego, se me saltaron las lágrimas.

Entrevista a Bjoern Hacker, un consultor que estudia el futuro de la eurozona. En fin… los datos son alarmantes. No puedo decir mucho más que ojalá que los políticos empiecen a moverse de acuerdo a decisiones meditadas y no dando palos de ciego como lo han venido haciendo. Está claro que existen expertos que analizan constantemente las posibles soluciones: escúchenles. ¿Desintegración? ¿Ruptura violenta de la Unión Europea? ¿Alemania como líder de un club selecto a los que los demás deberán seguir? No deberían ser opciones aceptables. Pero claro… los que tienen el poder sólo se embriagan hasta morir y llevarnos a todos a la muerte con ellos.

Nelson Mandela: líder sudafricano, símbolo de la lucha contra el apartheid, imagen de la libertad, premio Nobel de la Paz en 1993… Fue encarcelado junto con otros 150 compañeros de partido injustamente, permaneció 27 años en prisión, la mayoría en condiciones precarias.
Podría enumerar muchos más aspectos de su biografía, pero no lo haré porque sus logros son mundialmente conocidos. Y este artículo no habla de eso. Habla del enfrentamiento entre sus familias. Habrá miles de versiones, o quizá no tantas, quizá sólo una por miembro del clan Mandela. Mi única impresión al leerlo es: Nelson Mandela está enfermo, ha perdido la memoria y apenas se mueve; mientras tanto, sus nietos hacen uso de su nombre y sus logros, conseguidos a base de años y años de sufrimiento, lucha y esfuerzo, para lucrarse. Lamentable. Punto.


sábado, 13 de abril de 2013

El esfuerzo de sonreír


Tengo una buena amiga que hace tiempo pasó por momentos difíciles. Recuerdo cómo su optimismo y su sonrisa se fueron apagando poco a poco para convertirse en tristeza, apatía y mal humor. Su entorno más cercano cada vez la oprimía más, ahogaba su espíritu y sus metas, encasillándola en descripciones que nunca hizo suyas y en las que nunca consiguió destacar. Moría cada día un poco, sangraba con cada lágrima derramada, lloraba con cada reproche recibido. A medida que se alejaba de sus propios objetivos fracasaba más en los que le eran impuestos.

La lista de fracasos, interminable, la atormentaba en sueño e insomnios. La decepción familiar encabezaba el cuadro de torturas, y pronto se vio sumida en una espiral, la famosa espiral de la depresión: nula autoestima, pesimismo, ansiedad, tristeza, llanto, culpabilidad, incapacidad de tomar cualquier tipo de iniciativa, de sonreír, de disfrutar… Autocompasión.

Autocompasión es sin duda el peor de los síntomas, porque ésta se alimenta de la preocupación y de los consejos ajenos, y los amigos no pueden escuchar eternamente la misma lista de fracasos sin cansarse. Lo hacen, se cansan, porque son humanos y porque además tienen vida propia. Sin embargo la autocompasión no verá eso, verá abandono, desamparo, y añadirá todos esos sentimientos a la ya famosa “lista de fracasos”.

Mi amiga supo que tocaba fondo cuando levantarse de la cama suponía un esfuerzo insalvable para ella. No sabía vivir su vida ni deseaba hacerlo.
Sin embargo un día todo cambió. Miró en su interior y descubrió el atisbo de lo que un día fue, la sonrisa de una chica llena de ganas de vivir, viajar, descubrir, saber, conocer… La sonrisa de alguien que deseaba sonreír y ser feliz. La agarró fuertemente de la mano, con intención de no soltarla nunca, y salió a la calle con ganas de ser de nuevo ella misma, poco a poco, meta a meta, sonrisa a sonrisa… con la imagen de la persona que solía ser siempre en mente, y una única intención: sonreír. Descubrió que un pequeño logro te inyecta la fuerza suficiente para afrontar el siguiente y que un pensamiento positivo atrae momentos positivos. Fue muy difícil, y sufrió recaídas, como es natural, pero con el tiempo supo que el esfuerzo de sonreír, sin duda alguna, merecía la pena.

Conozco muy bien la historia porque la chica optimista soy yo misma, y la pesimista es la persona que solía ser. Tú misma eres tu mejor amiga. Recuerda a tu yo pesimista, cada día, por qué merece la pena esforzarse por sonreír. Y hazlo. Sonríe. Y sé feliz.



lunes, 1 de abril de 2013

Cómo tener un buen día


No hace mucho “descubrí” una cuenta bastante interesante en Twitter. Fue como cuando se descubren todas las cosas geniales: de casualidad y casi sin darte cuenta. Y esta mañana buceé en ella con más detenimiento -en Twitter, Facebook y en su página web- hasta que sin duda alguna se convirtió en un gran hallazgo, con todos los matices espectaculares que pueda tener la palabra hallazgo incluidos. Se trata de Mr. Wonderful Shop, una tienda online ‘para gente no aburrida’.

En los tiempos que corren, en que cada día nos bombardean con montones de noticias negativas - de crisis, desempleo, especuladores y ladrones-  y el ánimo decae cada vez más, la gente se ha vuelto desconfiada. Y peor: triste. Levantarse cada mañana, afrontar el día a día, mantenerse en movimiento y, sobre todo, sonreír sinceramente, se ha convertido para mucha gente en un esfuerzo insalvable.
Aquí es donde entra en escena Mr. Wonderful Shop. En la página podéis encontrar tazas, libretas, láminas, artículos de papelería y decoración… y mucho más, pero todo ello con una cosa en común: los mensajes. Son sencillamente la expresión de una sonrisa. 








Visitadlos en su página web http://www.mrwonderfulshop.es/es/ en Twitter, en Facebook, en Pinterest, Instagram o incluso en su blog ‘muy molón’ y encontraréis grandes ideas para regalar en montones de eventos que sacarán una gran sonrisa a vuestra gente y un montón de autorregalos que os alegrarán el día a vosotros mismos.

Está claro que una frase motivacional no va a solucionarnos la vida. Para sonreírle al día a día lo primero y más importante es querer hacerlo. Lo segundo, esforzarse en hacerlo. En este segundo paso es donde nos ayuda leer algo alegre y motivador de vez en cuando, sonreír, y empezar el día con energía.





Reacción - Atracción

He decidido retomar este blog así, de repente, no porque haya tenido mucho éxito (todo lo contrario) ni porque espere que de pronto esto ca...