Durante
años, cada domingo después de comer, he realizado la misma rutina: café,
periódico para mi padre, la revista del interior para mí… y a perderse. Me
encantaba. A veces el reloj del salón entonaba las cuatro de la tarde y los
platos seguían en remojo en el fregadero, pero no importaba porque era domingo
y el domingo la urgencia no existía, y las tareas se ralentizaban sin que eso
supusiera cargo de conciencia alguna.
Hace ya
meses que he tenido que abandonar esta rutina dominical. La crisis. Los precios
suben, los salarios, en el mejor de los casos, se congelan, y comprar el
periódico cada día suponía un lujo del que decidimos prescindir en casa. Como
este, otros similares: tomar un café por la tarde con los amigos, salir de
tapas los viernes por la noche, ir al bar de siempre los domingos antes de
comer… Esos gastos cotidianos en apariencia insignificantes, pero que sumados,
hoy en día, son un elevado porcentaje del sueldo mínimo español. La crisis hace
eso, convierte lo cotidiano en lujo.
Sin embargo
de vez en cuando, un rayito de sol se cuela entre los nubarrones y aparece un
día relativamente esperanzador. Relativamente porque en medio de días tan
negros la esperanza pura parece estar extinta… Pero por pequeña o difusa que
parezca es esperanza al fin y al cabo y mientras no termina de dispersarse nos
permite respirar, y sonreír con tranquilidad.
Por eso, en
mi casa, hay días en que recuperamos esa rutina dominical. Se compra el
periódico, como algo extraordinario, y se hace “comida especial de domingo”,
cuando las circunstancias nos lo permiten… cuando podemos permitírnoslo, para
qué decirlo de otra forma.
En medio de
tantos días de esfuerzo y de trabajo por salir adelante de vez en cuando tenemos
el descanso dominical, la relajación de ralentizar el tiempo por un día.
Mi revista
es XL Semanal, y este domingo mi padre me sorprendió no sólo con el ejemplar de
esta semana, sino también con uno atrasado, de hace dos. Y después de mucho
tiempo he podido disfrutar de un domingo como los de antes, y por partida
doble. Sin embargo… no todos los artículos que he leído fueron felices. Algunos
eran, como cabe esperar, un reflejo de la situación que vivimos cada día. Otros
eran una ventanita de luz. Otros simplemente una lectura evasiva.
Cinco
imágenes con historia y nombre propios. Cinco tragedias. Cinco vidas. Y no son
las únicas que se ha cobrado la ley de desahucios en España. Texto estremecedor.
El reportaje desde luego te hace tomar conciencia de la realidad en muy pocas
palabras.
Sólo copiaré
la frase que la revista misma ha recalcado:
“Hemos
olvidado que uno tiene derecho a todo, naturalmente. Pero sólo cuando puede
permitírselo. Cuando está a su alcance.”
Recomiendo
encarecidamente la lectura de este artículo. Es verdad que la situación que nos
está tocando vivir es difícil, que los resultados para los pequeños
comerciantes son cada día más nefastos que el anterior y que levantarse cada
día con una sonrisa se está convirtiendo en una tarea dificilísima, casi
imposible… Pero también es cierto que quejarnos no nos sacará de esta crisis.
Por nuestras familias y por nosotros mismos hemos de ponernos las pilas cada
mañana antes de afrontar la dura jornada. Con la imagen de los que queremos
siempre en la cabeza hemos de pensar cada día en nuevas soluciones. Y sí: abrir
nuestro negocio siete días a la semana si es necesario para ganar un sustento
digno.
Cinco
personas de a pie que sin pretenderlo se han convertido en héroes, en
salvadores. Ciertamente sus acciones fueron meritorias del título de “héroe”:
dos monjas que salvaron a un hombre y su familia de ser desahuciados; un
policía que salva a una mujer de ser arrollada por un tren; un albañil que salva
a dos niños de los escombros de un terremoto; una azafata que asiste en el
parto a una mujer en pleno vuelo; y un bombero que salva a un bebé de morir en
un incendio, sin más medios que su propia persona. Salvadores. Quizás yo sea
muy susceptible ante este tipo de historias… aunque mejor que cada uno juzgue
por sí mismo. A mí, desde luego, se me saltaron las lágrimas.
Entrevista a
Bjoern Hacker, un consultor que estudia el futuro de la eurozona. En fin… los
datos son alarmantes. No puedo decir mucho más que ojalá que los políticos
empiecen a moverse de acuerdo a decisiones meditadas y no dando palos de ciego
como lo han venido haciendo. Está claro que existen expertos que analizan
constantemente las posibles soluciones: escúchenles. ¿Desintegración? ¿Ruptura
violenta de la Unión Europea? ¿Alemania como líder de un club selecto a los que
los demás deberán seguir? No deberían ser opciones aceptables. Pero claro… los
que tienen el poder sólo se embriagan hasta morir y llevarnos a todos a la
muerte con ellos.
Nelson
Mandela: líder sudafricano, símbolo de la lucha contra el apartheid, imagen de
la libertad, premio Nobel de la Paz en 1993… Fue encarcelado junto con otros
150 compañeros de partido injustamente, permaneció 27 años en prisión, la
mayoría en condiciones precarias.
Podría
enumerar muchos más aspectos de su biografía, pero no lo haré porque sus logros
son mundialmente conocidos. Y este artículo no habla de eso. Habla del
enfrentamiento entre sus familias. Habrá miles de versiones, o quizá no tantas,
quizá sólo una por miembro del clan Mandela. Mi única impresión al leerlo es:
Nelson Mandela está enfermo, ha perdido la memoria y apenas se mueve; mientras
tanto, sus nietos hacen uso de su nombre y sus logros, conseguidos a base de
años y años de sufrimiento, lucha y esfuerzo, para lucrarse. Lamentable. Punto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario