El momento más esperado de la mayoría de la gente: las merecidas vacaciones. He de decir que yo terminé de disfrutarlas ayer. Hoy he regresado al día a día, a los madrugones, a los agobios de plazos, a los atascos al salir del trabajo... a las responsabilidades. ¿Síndrome postvacacional? Tal vez un poco, pero no tanto como esperaba. La rutina sólo lo es si nos lo permitimos. A veces pienso que el estrés es lo que nos paraliza en la rutina diaria... como si el ansia de hacerlo todo rápidamente pero bien, perfecto, mejor imposible, no nos dejara ver más allá de eso: de la responsabilidad de hacer las cosas bien, perfectas, mejor imposible... hasta agotar las horas del día, tan escasas a veces... El estrés no deja lugar a la improvisación.
"Con frecuencia una alegría improvisada vale más que una tristeza cuya causa es verdadera. Sepamos, pues, improvisar nuestra alegría." RENÉ DESCARTES.
Lo que más me hubiera gustado hacer durante mis vacaciones es viajar. Istanbul es un deseo que tengo desde hace demasiado tiempo. No me doy por vencida. Los sueños los creamos y los materializamos nosotros mismos. No obstante, no ha podido ser todavía. Llegará.
Pero a cambio he dejado a un lado todo el estrés acumulado para dedicarme cada día un poco más a la improvisación. ¿Dónde me ha llevado esto? Pues sin querer exagerar demasiado, he sido un poco más libre y, con ello un poco más feliz. En resumen: me ha llevado a sonreír.
"Para tener éxito, la planificación sola es insuficiente. Uno debe improvisar también." ISAAC ASIMOV.
Un día rompí la línea de mi comportamiento habitual y fui al cumpleaños de una amiga, a pesar de que no conocía al resto del grupo. En lugar de agobiarme por todos los posibles silencios y momentos incómodos que podría llegar a tener con toda esa gente desconocida, pensé que quizá conociera a gente interesante con la que podría mantener conversaciones interesantes y experiencias interesantes. O no. Quizás no pasara nada de eso, pero al menos lo habría intentado. Afortunadamente decidí abrir mis horizontes, y una noche de sábado cualquiera se convirtió en una noche memorable.
Y a partir de ahí, improvisar se convirtió en una tarea mucho más fácil. Tan fácil como coger un camino alternativo al que seguía cada día para descubrir un paisaje hermoso, o la tienda en la que encontré la chaqueta que tanto quería, o la acogedora cafetería que ahora formará parte de tantas de mis tardes... De pronto, improvisé en la lista de la compra para descubrir un nuevo pan de molde con toque mediterráneo, o unos yogures cremosos de sabores exóticos... Me encontré cenando sopa de miso, maki y sashimi en un restaurante japonés, y a los pocos días tomando una pinta Guiness en la cervecería irlandesa de la ciudad. Desperté otro día con una inquietud que decidí resolver restaurando la tapicería de mi viejo sofá, y al siguiente descargando energía en el gimnasio.
Lo más fácil es hacer siempre lo de siempre. Pero... ¿qué hay de todo el territorio inexplorado que nos estamos perdiendo? Atrévete. Da el paso. Salta al vacío sin cuerda ni red. Gana experiencias. Sonríe. Sé feliz. Improvisa.
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