Todos tenemos épocas malas. Son necesarias, por el equilibrio y todo eso, pero sobre todo porque las malas rachas sin duda nos ayudan a valorar las buenas.
Para salir lo primordial es querer hacerlo. Querer caminar de nuevo.
A veces los días negros forman un sinsentido. Se nos antojan incomprensibles cuando realmente nos esforzamos por dar esos primeros pasos, por actuar, por cambiar los patrones erróneos... y la mala racha sigue anclada a nosotros.
La vida no está hecha para sufrirla, al contrario de lo que muchas veces podemos llegar a pensar. Hay que vivirla. Exprimir cada momento positivo, cada sonrisa, cada segundo de felicidad. Y concentrarse en esos pequeños momentos de cada día. Coleccionarlos. Atesorarlos. Enmarcarlos.
La esperanza es lo último que se pierde. Un pequeño paso cada día marca la diferencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario