“Las barbaridades de Bárbara” es un libro infantil que, a
mis casi 26 años, me encantó. Incluso me emocionó. Ya se sabe, ¡la infinita
sabiduría de los niños! Me acordé muchísimo de mi prima pequeña, de todas sus
preguntas ingeniosas y respuestas que todavía lo eran más. La perplejidad con
la que observábamos sus razonamientos de adulto atrapado en un pequeño
cuerpecito.
El que este libro cayera en mis manos fue una casualidad
entre las casualidades. Estaba en una estantería ajena, de una casa ajena, de
un pueblo a mucha distancia del mío propio. Y lo vi, claramente, entre tantos
otros. La razón principal: mi mejor amiga se llama Bárbara, y solía decirle a
menudo que es “una barbaridad de mujer”. Y lo es, lo es. Su respuesta ante mi
hallazgo fue, ni más ni menos: “¡Sabía que alguna vez escribirían un libro
sobre mí!”.
Y luego está la autora, Rosa Montero (@BrunaHusky).
La conocía, me sonaba, me daban vueltas en la sesera los interrogantes de por
qué, cuándo, dónde… Finalmente recordé que era la autora de los artículos que
mi profesora de literatura elegía siempre para clase.
Fuera como fuere, me
había impresionado, y casi sin darme cuenta ahí estaba yo: en casa ajena, en un pueblo a muchísima distancia del mío, devorando con avidez las páginas repletas de las aventuras de la pequeña
Bárbara. Mi amiga me observaba tan confusa que en ocasiones no podía evitar
reírme. “Pero, ¿te gusta ese libro?”
Por supuesto que me gustaba. Son historias para niños, claro
está. Pero hay que ver más allá, como por ejemplo los siguientes fragmentos,
tan inspiradores, motivadores y ciertos como la vida misma:
“El problema es que tú te crees que tienes miedo y te asustas a ti misma. Lo que tienes que hacer es pensar que eres valiente y decirle a todo el mundo que eres valiente y verás como así no tienes miedo.”
“Después de aquello ya no volvieron a meterse con Kim, porque resultó que es un tío listísimo, sabe inglés, francés y no sé cuantos idiomas más y aprendió español en dos semanas, y es tan bueno en matemáticas que en las evaluaciones termina antes que nadie, le da tiempo a hacer su examen y por lo menos dos más; ha montado un negocio que consiste en hacerle a escondidas la evaluación a otro, previo pago de 500 pesetas. Jonás ya le ha comprado un par de exámenes, así es que se han hecho amigos, tienen una buena relación comercial. No hay como tener algo que ofrecer para que te respeten.”
“Te voy a dar un consejo. Verás, si se meten contigo los otros niños es porque tú les dejas. Y digo que les dejas porque les haces demasiado caso, porque te miran como si fueras tonta y tú entonces te crees una tonta. Y no es verdad. No dejes que sean los demás los que te digan a ti como eres, sino que debes ser tú quien les diga cómo eres a los demás.”
“¿Y ahora qué era lo que yo había hecho mal, si había sido la más buena de toda la noche, si no había llorado como el Baboso, ni me había ido de la habitación como el Marciano, y encima me había comido todo? Pero es que no hay como portarse mal para que tus padres te mimen y te hagan caso. Empiezo a sospechar que a los padres les gusta perdonar a los hijos revoltosos, y por eso a los buenos ni los miran.”
“En realidad me alegro de que se haya ido. Porque es muy bonito eso de estar enamorada, pero la verdad es que es un lío, y además cansadísimo. Creo que prefiero las películas.”
“Es mundialmente conocido que cuando las madres quieren que les hagas un favor, normalmente te lo venden como si el favor te lo estuvieran haciendo ellas a ti. Son muy cucas, las madres.”
Y ya. No pondré más nada. El libro es genial. Altamente
recomendable, para los más grandes, y para los más pequeños. Si algún día tengo
hijos, espero recordarlo. Seguro que sí.
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